Monday, April 25, 2005

Instinto de marinos


Cuando llegué a mi casa, me acompañaba la tristeza, de un niño perdido. Mi papá se sentó a mi lado y me contó la historia de la batalla de Trafalgar, donde la armada invencible española, fue derrotada por los ingleses, en 1805. Eso fue hace mucho tiempo, pero me acuerdo de una frase del Almirante Nelson, antes de morir, que siempre citaba mi viejo…“Prefiero hombres de hierro, en buques de palo, que hombres de palo, en buques de hierro.” Desde entonces, colgué la bandera de la tenacidad, en la proa de mi alma y pensé que siempre es mejor morir luchando...

El sonido de mis pasos se hace sordo,
Por la fuerza del diluvio que me cubre

Y el agua se desliza por mi cuerpo,
Percudiéndome de esencias y fragancias de mujer

La mirada, encapuchada, permanece solitaria
Sin gotas de lluvia, que diluyan su pasión

Tras la gabardina empapada, yace el pecho protegido
Y tras el pecho, la belleza de mi joven corazón

Cuando lloran las nubes desde el cielo,
Las gaviotas pescadoras, se abstienen de volar

El llanto apacigua la furia del mar
Y este disimula, con quietud superficial

El fuego perfora la cubierta del barco
Y la nave, no se hunde, sin estar su capitán

En el fondo, las sirenas, entonan un canto
Y velan, con plegarias, su secreto funeral...

Sunday, April 24, 2005

Episodio 3


El efecto embriagante de una soledad melancólica, marca terriblemente la forma de ser de una persona. Yo me quedaba observándola atentamente. Con cada uno de sus movimientos, posturas y gestos corporales, me daba señales de su necesidad desesperada, por encontrar a un hombre, que la hiciera feliz. En la profunda expresión, de sus ojos cafés, podía leer la entrada a su mundo de misterio y perdición…


3
Miro tus ojos, porque en ellos lo encuentro todo
Y todo lo que he soñado, carece de forma sin ti…

La inmensidad de tu silencio se abre ante mí,
El sol se abrasa en las olas,
Y se sumerge venciendo las sombras…

Un beso tuyo y en mi alma germinará la flor de lis,
Aquellos terrenos ya no serán baldíos,
Permíteme tu belleza y verás el rostro del hombre feliz…

Macera la dureza de mi razón, con la suavidad de tus caricias,
Esculpe, en mi corazón, la gárgola que ha de cuidar,
La catedral donde te reza mi espíritu…