Los juguetes...

Ayer por la tarde, me quedé observando a un niño jugar, desde una banquita, mientras disfrutaba de la buena sombra de un árbol. Su madre le había comprado una espada de plástico, pero a juzgar por la expresión de su rostro, significaba algo más que un juguete. De repente, entré en un estado de perdición, así como cuando uno se queda mirando un punto fijo y todo lo demás se desenfoca, pasando a un segundo plano... Recordé que varios años atrás, también estuve en un parque con mi mamá, jugando con una espada de plástico. No tardé mucho en reaccionar, porque una niñita pasó frente a mi y me distrajo: Llevaba una muñeca en un cochecito y se detuvo un momento, para ponerle un tetero en la boca...

En ese instante, comprendí porque se dice que las mujeres maduran más rápido que los hombres, porque desde pequeñas escuchan atentamente a su propia naturaleza, al llamado de la razón por la cual vinieron al mundo y tienen muy claro, su destino como mamás. Uno, por el contrario, sueña con el poder, con la grandeza, con la forma de poseer cualquier objeto que nos represente hegemonía y autoridad. La naturaleza de la mujer tiene efectos civilizadores en el hombre. (Un buen ejemplo pueden ser los Simpsons, porque es March, la causa de que Homero reflexione sobre su facilismo masculino, ese que tantas veces resulta tan práctico para algunas cosas, pero que no siempre funciona en el mundo femenino, ya que nos centramos mucho, en las cuestiones de fondo y poco, en las de forma.)

* Cabe resaltar, que cada vez se ven menos, las niñas que juegan a ser la mamá y estoy convencido, que los juguetes, reflejan el futuro de las sociedades.