Discusros

No se puede escribir sin ser curioso. Al principio es fácil, el papel está en blanco y hay cabida para cualquier idea. Pero luego se complica más, porque a mayor número de ideas, menor número de palabras y sólo así, el lector lee menos y comprende más.

Eso, cuando se trata de un pensamiento, porque tampoco se debe olvidar, que no todos, estamos acostumbrados a una definición de diccionario. Las ideas hay que vestirlas, como se viste el cuerpo, según la ocasión, y aunque parezca maña de políticos, es habilidad, de útil provecho para negociantes, abogados, ingenieros,…, sin querer decir que para ello, deba incurrirse en faltas morales, ni de enredar el discurso. Un viejo amigo, tenía como lema: “confunde y reinarás” y yo le dije: “en el reino de la confusión, que me juzguen por ignorante”. Todos se rieron, mientras yo comprendía una frase de Jalil Gibrán:

“La gente no quiere la bendición en sus bocas, ni la verdad en sus entrañas, porque la bendición es hija de las lágrimas y la verdad hija de la sangre”.

*La imagen es de una pintura del artista y poeta, Jalil Gibrán