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Recuerdo aquel día en el colegio, donde el director, finalmente obtuvo, las entradas para poder ir a visitar una exposición sobre el pintor Pablo Picasso, en el museo nacional. Muchos no querían ir, por diversas razones, pero principalmente, porque no querían ir. Días más tarde, el director estaba furioso; eran pocos los que habían pagado y además, las circulares informativas para los padres, estaban tiradas en los corredores. Al final, y para fortuna de todos, el director pasó por cada salón y nos convenció para que fuéramos.

La verdad es que aquella salida, se me quedó grabada en la memoria, porque desde el primer momento me maravilló, la destreza de Picasso para retratar diferentes ángulos de vista, de un mismo objeto, para representarlos todos juntos y el resultado es un collage de geometría viva, palpable y que deja al espectador boquiabierto. Algunos de mis compañeros no pudieron estar, pero yo si pude y me siento afortunado por eso.

Siempre que me siento a pensar, en un estado entre estar elevado, echando globos, pero con algo en la mente (porque a veces se queda uno mirando un punto fijo, con la cabeza en blanco), me acuerdo de Picasso, porque creo que es una forma de representar, la visión de las posibles soluciones de un problema y poderlas conforntar, una contra otra, logrando una perspectiva panorámica y al mismo tiempo, creando un resultado original, porque llega a un punto de abstracción, en el que el objeto original se deforma y me hace imaginar, que de es de esa manera, como se encuentran los pensamientos de un genio, con tantas ideas en la cabeza, al mismo tiempo.